“El
segundo sexo” se publica en 1949, finales de la modernidad y luego, la
contemporaneidad del movimiento feminista.
La
ideología cristiana ha contribuido no poco a la opresión de la mujer. Sin duda
hay en el Evangelio un soplo de caridad que se extiende tanto a las mujeres
como a los leprosos; son las gentes humildes, los esclavos y las mujeres
quienes más apasionadamente se adhieren a la nueva ley. En los primeros tiempos
del cristianismo, a las mujeres, cuando se sometían al yugo de la Iglesia, se
las honraba relativamente; daban testimonio de mártires al lado de los hombres;
sin embargo, no podían participar en el culto sino a título secundario; las
«diaconesas» solo estaban autorizadas para desempeñar tareas laicas: cuidados a
los enfermos, socorros a los indigentes. Y si el matrimonio es considerado como
una institución que exige recíproca fidelidad, parece evidente que la esposa
estará totalmente subordinada en el mismo al esposo: a través de San Pablo se afirma
la tradición judía, ferozmente antifeminista. San Pablo ordena a las mujeres
recogimiento y discreción; fundamenta en el Antiguo y en el Nuevo Testamento el
principio de la subordinación de la mujer al hombre. «Porque el varón no es de
la mujer, sino la mujer del varón; y porque tampoco el varón fue criado por
causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.» Y en otro lugar: «Así
como la Iglesia está sometida a Cristo, así sea sumisa en todas las cosas la
mujer al marido.» En una religión donde la carne es maldita, la mujer aparece
como la más temible tentación del demonio. Tertuliano escribe: «Mujer, eras la
puerta del diablo. Has persuadido a aquel a quien el diablo no osaba atacar de
frente. Por tu culpa ha debido
morir el Hijo de Dios; deberías ir siempre vestida de luto y harapos.» San
Ambrosio: «Adán fue inducido al pecado por Eva, y no Eva por Adán. Aquel a
quien la mujer ha inducido al pecado, justo es que sea recibido por ella como
soberano.» Y San Juan Crisóstomo: «Entre todas las bestias salvajes, no hay
ninguna más dañina que la mujer.»
Frases de Simone de
Beauvoir:
“Todo lo que ha sido
escrito por los hombres sobre las mujeres es sospechoso, ya que ellos son a la
vez juez y parte”.
“No se nace mujer, se
llega a serlo”.
“Hay mujeres que son
alocadas y hay mujeres de talento, ninguna tiene esa locura de talento que se
llama genio”.
Texto extraído de la exposición:
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