martes, 14 de mayo de 2013

El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.



S. XVII
Miguel de Cervantes.
1ª parte: 1605 / 2ª parte: 1615

Con Don Quijote de La Mancha, Cervantes creó un nuevo modo de leer y de escribir ficciones. Inició lo que hoy conocemos como la novela moderna. ¿Sabes por qué?




El punto de partida parece sencillo, pero la historia llegará donde antes no había alcanzado la literatura: Alonso Quijano, un viejo y apasionado lector de libros de caballerías, inicia un viaje en busca de aventuras, trastornado por el exceso de lectura. La locura le determina a ponerse en camino como si de un caballero andante se tratara. Se inventará un nombre (Don Quijote de la Mancha) y un amor; se vestirá con antiguas armaduras; imaginará enemigos donde no los hay y hasta luchará contra rebaños de ovejas o molinos de viento… Transformará la realidad para acomodarla a su ilusión.




Cervantes nos permite acompañar en el viaje a un nuevo tipo de héroe paradójico y contradictorio, capaz de la más ridícula locura y del discurso más elocuente y razonable. Es un protagonista que irá evolucionando y nos mantendrá en la duda, ¿Hasta qué punto está loco o está cuerdo? ¿En qué grado es consciente de su identidad? Nada de ver con los héroes de una pieza. Don Quijote nos desconcierta.



En ese viaje por la España del S. XVII, comprendemos la crueldad de los “cuerdos” con nuestro noble viejo loco y nos reímos con él mientras transitamos por la triste realidad de La Mancha. Don Quijote sueña con lo sublime y vive en lo grotesco. La mezcla y la paradoja son componentes de la modernidad de esta obra.


También viajamos por la literatura del momento, gracias a los comentarios de nuestro protagonista, agudo lector y gran contador de historias, y a la variedad de personajes y de escenas que encuentra en el camino y que resumen las situaciones y los tópicos de todos los géneros literarios de la época: de la novela morisca a la de amor, de la caballeresca a la bizantina, de la picaresca a lírica popular.



¿Otra novedad literaria? Sí, resulta que hay varios narradores que vamos descubriendo a medida que avanzamos en la lectura (el cronista árabe, el personaje que encuentra el manuscrito, el traductor…), hasta que el relato los contiene simultáneamente, confundidos y hasta en desacuerdo. No hay nada seguro en este libro, todo está en duda. Son muchos los niveles posibles de interpretación y ni siquiera sabemos si reír o llorar. Lo trágico y lo cómico se confunden (pobre Don Quijote, tan noble y tan patético, tan maltratado y tan fiel a sí mismo, ¿quién cuenta tu historia?).



Además, Don Quijote busca a alguien que le acompañe como escudero. Será Sancho Panza, un hombre humilde, que no sabe leer, pero que posee la sabiduría popular y conoce la práctica de la supervivencia. Su amistad irá creciendo con las desventuras y ambos aprenderán uno del otro. Su conversación a lo largo del camino será un nuevo modo de crear personajes complejos.



¿Todo eso es suficiente para ser tan “moderna”? Hay más: Cervantes tarda diez años en escribir y publicar la segunda parte de la novela. En ese tránsito crea una situación que desarrollará de un modo extraordinario: Nuestros protagonistas son conocidos por su fama literaria cuando se publica la segunda parte, de modo que Cervantes crea una situación inédita: Don Quijote y Sancho se encuentran en el camino con lectores del primer libro, convertidos en personajes, que lo reconocen y saben de su locura. Los distintos niveles de la ficción y la realidad se mezclan y confunden. A partir de este momento, se sucederán las ocasiones en que serán los demás quienes pretenderán confundirles, creando para ellos un entorno caballeresco con el fin de aprovechar su credulidad y reírse de ellos con burlas y humillaciones. La imposibilidad de controlar sus propias fantasías ante la manipulación exterior provoca en Don Quijote un progresivo desengaño. Mientras, Sancho se irá fascinando cada vez más por la efervescencia de la aventura y los ideales caballerescos.



¿Termina mal? No, termina muy bien, con alegría y tristeza a un tiempo, como no podía ser de otro modo: Antes de morir, Don Quijote recupera la cordura, vuelve a ser Alonso Quijano. De este modo, logra la victoria final, Él, que había sido el héroe siempre derrotado, finalmente no será vencido y recuperará la dignidad y la sabiduría como héroe de una nueva época.
Sus amigos y sus lectores le ruegan que continúe con sus locuras, pero este personaje ha superado ya ese estadio ¿Lo han comprendido bien sus amigos? ¿Y sus lectores? Tal vez han reconocido el valor de la imaginación y de los sueños y sí, tal vez, se han dado cuenta de que entre todos ellos y el resto de sus conciudadanos, Don Quijote, Alonso Quijano, era el único hombre libre de La Mancha.


Texto extraído de la exposición:

Libros que cambiaron el mundo

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