lunes, 12 de noviembre de 2012

Nada, de Janne Teller



Al comienzo de esta fábula contemporánea, Pierre Anthon descubre que en realidad nada importa en la vida por lo que abandona la escuela, se sube a un árbol y se dedica a filosofar delante de sus compañeros. Verdades como puños salen de sus labios mientras sus condiscípulos tratan de ayudarle demostrando que hay muchas cosas en la vida que realmente valen la pena, que tienen significado.
Cada uno deberá sacrificar algo ante el “altar” del significado para convencer a Anthon que bajar del árbol y callarse la boca es lo mejor. Esa búsqueda de significado poco a poco se convierte en una sucesión de las miserias, vergüenzas, envidias y codicias adultas en boca de niños. Esto adquirirá unas dimensiones que se escapan de las manos de los chicos y que tal vez pueda demostrar quién tiene más razones.



"Nada", de Janne Teller: ¿dónde está el límite?
Lectores cronistas | 17/05/2011
Diario La Vanguardia
NÚRIA OLARIA
Barcelona

"Nada", Janne Teller Seix Barral (Barcelona, 2011).

Aparentemente, este es un cuento para niños (o para adolescentes, como comenta la autora) pero, a medida que la narración avanza, entenderemos que el extremo de crueldad al que se llega en sus páginas es sólo apto para adultos. Pierre Anthon decide subirse a un ciruelo y pasar allí los días cuando descubre que la vida no tiene sentido y no vale la pena hacer nada, ni esforzarse por nada porque, finalmente, es esto lo que significa todo: nada. “Todo da igual” –dice él- “Existir no merece la pena en absoluto”. Sin embargo, los compañeros de Pierre Anthon (alumnos de séptimo curso) tendrán una misión: demostrarle que sí hay cosas que importan. Ellos le harán bajar del ciruelo. Así que, se proponen un objetivo: crear un “montón de significado”, es decir, una acumulación de objetos que tengan un especial valor para ellos y que prueben a Pierre Anthon como existen cosas por las que vale la pena vivir. Estos objetos podrán ser tales como un antiguo casete de los Beatles, libros releídos de Dungeons & Dragons o un balón de futbol. La narradora de la historia (Agnes), por ejemplo, deberá donar sus sandalias verdes con plataforma al montón; pero lo hará por una buena causa. 


Hasta aquí tenemos el cuento para niños, que parece coherente y, podemos predecir, acabará con final feliz; Pierre Anthon se dará cuenta de su error. Sin embargo, se presenta un momento en la narración  en  el que los objetos que van a parar al montón adquieren un matiz de significado distinto, con una mayor nivel de importancia. Se empezará con “objetos vivientes” -como el hámster de Gerda- pero se continuará con otros como tumbas profanadas, animales decapitados o partes del cuerpo mutiladas. Es en este momento cuando el cuento da un giro hacia la pesadilla, pudiendo provocar, incluso, la incomodidad del lector, pero nunca dejándole indiferente.


Cada personaje simboliza un aspecto de la sociedad, siendo el piadoso Kai el representante de la religión cristiana, así como Hussain el de la musulmana. La necesidad de encontrar sentido y “el significado” hace que los personajes vayan olvidando, paulatinamente, los rasgos que los caracterizan y que los hacen únicos en representar un carácter determinado y se vayan obsesionando en esta búsqueda que les hará olvidarse de ellos mismos y los llevará a la perdición, saltando por encima de sus antiguos valores o principios (que ya, como niños, tenían). Empiezan a hacer trampas y organizan estrategias para no realizar las tareas que les son adjudicadas en el grupo y así, poco a poco, van perdiendo la inocencia que les protegía de la crueldad del mundo que, finalmente, experimentarán en su propia piel. Se despierta la parte oscura que existe en el interior de cada personaje y se afirman barbaridades tales como: “Lo que iba a acontecer era un sacrificio necesario en la lucha por el significado” (p. 107)

A partir de aquí, surgen las preguntas filosóficas que se plantean en este cuento, cuando la obsesión por encontrar esta verdad (como muchos de los pensadores de todos los tiempos la nombrarían) se convierte en el último fin de los alumnos de séptimo; llevando a algunos a perder el juicio y a otros a pavonearse –creyéndose famosos o importantes- cuando críticos de arte, museos y shows televisivos americanos se interesan por su “montón de significado”, llegando a considerarlo una obra de arte que trata sobre el sentido de la vida y valorándolo con una suma elevada de dinero. Aquí observamos el sinsentido que a veces puede provocar la exagerada búsqueda de sentido; llevando incluso a la muerte, las guerras entre distintas religiones (que se pelean por poseer la exclusiva de esta verdad) y generando el odio entre unos y otros, provocado siempre por esta incógnita última de todos los tiempos que la Humanidad se ha ido planteando, era tras era. ¿Cuál es el significado? O, mejor aún, ¿dónde está el límite?


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