Santiago estaba muy unido a su abuelo. Tenían frecuentes e interminables sesiones de oca, durante las cuales hablaban de todo... o de casi todo. Tras el fallecimiento del abuelo, Santiago encuentra sobre el tablero de la oca un sobre destinado a él en el que encuentra una especie de jeroglífico.
A través de las casillas de la oca, y recorriendo lugares por los que pasó su abuelo (la casa del pueblo, la cárcel...), irá desentrañando un misterio que sólo será la puerta hacia otra más insondable.
El libro es entretenido, está bien escrito, con fluidez, soltura, un lenguaje cuidado y bien estructurado. Tiene un final abierto, que en contra de lo que "exigen" la mayoría de los lectores, no está mal.
(Recomendación de la Biblioteca)
(Recomendación de la Biblioteca)
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